José Rubén Hernández Cid

“Maturity is the capacity to endure uncertainty”
John Finley

Fue en el año de 1952, en estas tierras mexicanas, en esta caótica Ciudad de México, donde comenzó la historia de Rubén Cid. Si tuviera que describirle en una palabra sería «modestia’’. Modestia por su inigualable destreza para hacer que el análisis multivariado sea más útil que
complicado de entender.

Me resulta imposible disociar la historia del Departamento de Estadística de la trayectoria de Rubén Cid. Ingresó al ITAM en 1986 como profesor de tiempo parcial y posteriormente en 1990 se integró como profesor de tiempo completo. Además, se desempeñó como jefe del Departamento de Estadística de la División de Actuaría, Estadística y Matemáticas (ITAM), y Coordinador del Diplomado en Estadística Aplicada (ITAM). A lo largo de estos años no sólo se caracterizó por ser un gran matemático sino también por su compromiso con la comunidad, dedicación y fuertes convicciones.

Para aquellos que desconocen la formación escolar de Rubén Cid, él es egresado de la carrera de actuaría por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde también cursó la maestría y obtuvo su doctorado en matemáticas aplicadas a las ciencias sociales en la Université Pierre Mendes-France. Además, tiene experiencia como profesor visitante en la Universidad Nacional de Colombia, Universidad Carlos III de Madrid, Universidad de Oxford, Conservatoire National d’Arts et Métiers de París, FLACSO, entre otras.

En lo laboral, es evidente que Rúben Cid no le teme a poner las horas de trabajo, ni participar hasta el agotamiento cuando así se requiere. Se ha desempeñado como miembro del Comité Técnico del Padrón Electoral del IFE en 1994, 1997, 2000 y 2003, así como del Comité Técnico del Conteo Rápido de las elecciones federales de 2000, 2003 y 2006. Sus temas de investigación se centran en lo social destacándose el análisis multivariado de datos categóricos y su aplicación en las ciencias sociales.

Finalmente, después de más de 30 años de servicio, ha concluido esta etapa. Cuantiosos años cargados de dedicación, entrega, compromiso, sacrificios y de servicio incansable hacia el ITAM. En este trayecto ha hecho del análisis del azar su profesión. Pero me surge la interrogante si no fue el azar quien eligió a Rubén Cid primero, cuando aquel remoto lunes 20 de enero pisó las aulas del ITAM y se encaminó a impartir su primer clase.

Ahora sólo nos restan sus enseñanzas, una práctica constante, artículos recurrentes escondidos entre los números de laberintos e infinitos y, el recuerdo.

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